Entre cerros y comunidad, la educación no formal como centro de unidad en un barrio vulnerado que lucha por la integración.
Bajo un cálido cielo de verano en plena primavera, Jujuy invita con sus cerros a jugar a las escondidas para descubrir sus tonalidades de arcilla. En Libertador Gral. San Martín – Barrio San Lorenzo, Jujuy, se encuentra el CEC Marcelino Champagnat, en un barrio vulnerado donde el amor de sus directivos y la comunidad acogieron a la Fundación Marista con mucha esperanza.
En la Casa de los Hermanos Maristas, Celestino, Quico y otros miembros de la comunidad, abrieron sus puertas y corazones al director de la FM, Emanuel Rilo y su coordinadora de proyectos, Raquel Pérez Sánchez, haciendo de la estadía una experiencia profundamente humana.
Durante los días de recorrido, presenciaron cómo el CEC Marcelino Champagnat no es solo un centro educativo: es un motor cultural y social abierto al barrio San Lorenzo para niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos.
El proyecto se despliega en tres espacios fundamentales
La Casa Marista
Donde funcionan talleres de cocina, sublimado y otras actividades. Un espacio de contención, aprendizaje y, en muchos casos, una oportunidad concreta para tener un oficio que les permita autosustentarse.
Salón Comunitario Marcelino Champagnat
Epicentro de encuentros y talleres, especialmente vinculados a la cocina y la integración comunitaria. Un lugar donde se realizan celebraciones, eventos y también, despedidas de seres queridos. Porque aunque no abundan los recursos, la solidaridad es un lazo de complicidad y hermandad.
Biblioteca Popular Marcelino Champagnat
El verdadero corazón del barrio que abre sus puertas de lunes a viernes, de 9 a 12 y de 15 a 18 horas, garantizando un espacio cultural siempre vivo. Con un sistema de préstamos de libros accesible, organiza maratones de lectura, talleres, encuadernación, fotocopiadora, y hasta obras de teatro que desplegaron los chicos con creatividad y talento. También, presenciaron instancias de apoyo escolar que sostienen a los más pequeños en su formación.
Conocer el trabajo comprometido de la coordinación del CEC y mantener un encuentro con el equipo directivo de la ETA permitió que cada jornada sea un puente entre la educación, la cultura y la vida comunitaria. En cada taller, en cada biblioteca abierta, en cada niño hay un espacio seguro, que apuesta por un barrio más justo, más humano y más esperanzador.
La visita culminó con un encuentro junto a la coordinación actual del CEC y ex referentes como Analía Perret, que reafirmó el valor de este proyecto: un espacio donde la educación y el compromiso social van mano a mano.