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20 de mayo de 1789: Nacimiento de Marcelino Champagnat

El 20 de mayo de 1789 − año que comienza la Revolución Francesa− nace Marcelino José Benito Champagnat. El lugar es una modesta casa construida con piedras, en la aldea de Rosey, que actualmente pertenece a la comuna de Marlhes, a 900 metros sobre el nivel del mar, ubicada en el cantón rural de Saint-Genest Malifaux. El centro urbano más grande está a 23 km, en Saint-Etienne, frontera sur este del Departamento de Loira. En aquella época, vivían en Marlhes aproximadamente 2.700 habitantes. Esta era una región poco fértil y fría, y cuando nació Champagnat, había una alta tasa de mortalidad infantil (30% de las muertes anuales) y también la mortalidad juvenil era muy elevada.

Alrededor del 60% de la población estaba formada por agricultores. Es en este contexto típico rural encontramos a la familia de Jean-Baptiste Champagnat, el padre de Marcelino, un pequeño comerciante y labrador, que llegó a ocupar cargos públicos durante la Revolución. La madre, Marie-Thérèse Chirat, era ama de casa y se dedicaba a cuidar los nueve hijos que tenía la pareja. Después de Marcelino, nació también el décimo.

Años después, el Padre Marcelino Champagnat recordaría su infancia en la solicitud de reconocimiento del Instituto, enviada al rey Louis-Philippe. La carta dice así:

Nacido en el cantón de St. Genêt Malifaux, departamento de la Loire, sólo con infinitas dificultades pude llegar a leer por falta de maestros capacitados: desde aquel momento sentí la urgente necesidad de una institución que pudiera, con menos gastos, hacer en las zonas rurales lo que los Hermanos de las Escuelas Cristianas hacen en las ciudades” (Cartas, n. 34).

Peregrinación virtual a Rosey (Memorial Marista – Brasil Centro-Sul): http://q-r.to/bak66P

Fue allí donde, desde los primeros años, donde Marcelino aprendió a oír la voz de las periferias existenciales, a poner el cuerpo y el alma para remediar las necesidades existentes. Celebrar hoy a Marcelino, desde su origen, nos recuerda a nosotros también que – como él -, los maristas somos llamados a la acción. (cf. Basilio Rueda).